Discurso final de Al Pacino – Perfume de mujer

Hay un montón de pasajes de películas que nos quedan grabados. A veces por la popularidad que adquiere (recuerdo la escena de Kate Winslet y Leonardo Dicaprio en la proa del Titanic), a veces por las etapas de la vida en que las vemos y muchas otras porque son discursos o diálogos que tienen un gran contenido. Podría armarse un post con esos pasajes, pero queda para otra vez.

Hay un discurso, que de chico cuando vi la película me marcó. Por su contenido, por la fuerza que tiene al hablar Al Pacino, por la injusticia que implicaba lo que estaba sucediendo… y porque aún ciego, viejo y mal hablado, frente a un gran público, transmitió y contagió una gran cantidad de valores. Acá va entonces, Al Pacino en Perfume de Mujer…

Sábado de cine: Ángeles y demonios

Fuimos a ver al cine el sábado pasado, «Ángeles y demonios», la nueva película de Ron Howard (Una mente brillante, El código da vinci, El luchador). Parecería ser que este director, sacando Apolo 13 que se constituyó en una muy buena película, está totalmente destinado a brillar si cuenta con Russell Crowe en su reparto. En esta ocasión al igual que en El código da vinci se tenía todo para hacer de la novela una gran película. Sin embargo la película no fue ni cerca de lo que se esperaba. Es claro que vuelve a suceder lo mismo que su antecesora, es demasiado complciado incluir en el guión de una película toda la información que nos brinda Dan Brown en sus libros. Igualmente tengo mis serias dudas acerca de si la gente se lleva la misma impresión que cuando se lee el libro. Se omiten muchos detalles que son importantes en la trama, se omiten relaciones entre personajes que también le dan un condimento diferente a la novela. La película me gustó, pero el libro sigue siendo infinitamente mejor.

Para aplicar

El texto que dejo a continuación es uno de los mejores escritos que dejó Rudyard Kipling en su vida. Muchos lo recuerdan por el «Libro de la selva», y también por el siguiente texto que hoy en día se popularizó de una manera grandiosa. Puede verse hasta en la sala de espera de los hospitales pero no por eso ha perdido vigencia. Me da mucha fuerza cuando lo leo. Muchos ven que en realidad Rudyard Kipling no actuó en su vida como lo que predica aquí. Pero debemos rescatar las cosas buenas de las personas. Si lo que él decía era bueno, tomo eso. No soy íntimo amigo de Kipling como para preocuparme si sus acciones condecían con su pensamiento. Rescato entonces su pensamiento y lo comparto.

Ahi va…

Si logras conservar intacta tu firmeza
cuando todos vacilan y tachan tu entereza;
si a pesar de esas dudas mantienes tus creencias
sin que te debiliten extrañas sugerencias;
si puedes esperar, e inmune a la fatiga
y fiel a la verdad, reacio a la mentira,
el odio de los otros te deja indiferente
sin creerte por ello muy sabio o muy valiente.

Si sueñas sin por ello rendirte ante el ensueño;
Si piensas, mas de tu pensamiento sigues dueño;
Si triunfos o desastres no menguan tus ardores
Y por igual los tratas como a dos impostores;
Si soportas oír la verdad deformada
Y cual trampa de necios por malvados usada,
O mirar hecho trizas de tu vida el ideal
Y con gastados útiles recomenzar igual…

Si toda la victoria conquistada
te atreves a arriesgar en una audaz jugada,
y aún perdiendo, sin quejas ni tristezas,
con nuevos bríos reiniciar puedes tu empresa;
si entregado a la lucha con nervio y corazón
y aún desfallecido persistes en la acción
y extraes energías, cansado y vacilante,
de heroica voluntad que te ordena ¡ADELANTE!

Si hasta el pueblo te acercas sin cambiar de actitud;
Si no logran turbarte ni amigo ni enemigo,
pero en justa forma pueden contar contigo;
si alcanzas a llenar un minuto sereno
con sesenta segundos de un esfuerzo supremo
lo que existe en el mundo en tus manos tendrás
¡Y además hijo mío, un hombre tu serás!

Espero que les haya gustado tanto como a mi. Un saludo grande!